El pueblo de los malditos
Queridos lectores,
Hoy quería compartir con vosotros la película El pueblo de los malditos (1960), basada en la novela Los Cuclillos de John Wyndman, de la que a pesar
de no ser una adaptación, toma numerosos aspectos de la obra narrativa.
En 1995, se estrena una nueva versión de la
película a manos de John Carpenter que, si bien está mucho más lograda en
efectos especiales, no pierde la esencia de su antecesora.
La película trata de un inexplicable suceso que acontece en un
apacible pueblo. Durante unas horas, los habitantes de este pueblo pierden el
conocimiento, y posteriormente, muchas de las mujeres del pueblo descubren que
están embarazadas. Las madres dan a luz, casualmente el mismo día en el mismo
momento, por lo que se empieza a sospechar e investigar si hay alguna relación
entre los extraños sucesos. Lo más curioso, y la trama de la película, es que
todos los hijos nacidos ese día son físicamente iguales. Se caracterizan por
ser rubios albinos, con blanca tez y ojos azules. Además de esto, estos niños poseen
una inteligencia sublime, así como una educación muy cortés, pero a su vez
destacan desde bien pequeños por una ausencia de empatía y sentimientos hacia
el prójimo.
También tienen en común que son capaces de ver más allá de lo que
muestra la gente, pueden leer sus mentes y por tanto, ver sus pensamientos.
Esto no trae buenas consecuencias para los habitantes del pueblo, ya que aunque
en un principio jamás se les habría ocurrido causar ningún daño a un grupo de
niños, el miedo hacia este colectivo saca su lado más oscuro y despierta en
ellos la necesidad de atentar contra los niños. Los pequeños malditos, al ser capaces
de ver las sombras que se esconden tras los habitantes del pueblo, serán
capaces de percatarse de las malvadas intenciones que estos tienen contra ellos,
antecederse a los hechos, y de esta manera atacar ellos primero.
‘’Desafortunadamente
no puede haber ninguna duda de que el hombre es, en general, menos bueno de lo
que se imagina a sí mismo o quiere ser. Todo el mundo tiene una sombra, y
cuanto más oculta está de la vida consciente del individuo, más negra y más
densa es. En todo caso, es uno de nuestros peores obstáculos, puesto que
frustra nuestras intenciones más bien intencionadas’’ (Jung, 2019)
Para dar mas terror a la trama, incluso son capaces de controlar a los
habitantes del pueblo gracias a sus poderes telepáticos. No es de extrañar que los pequeños utilicen
sus cualidades para sembrar el pánico en los ciudadanos, e ir acabando
trágicamente con sus vidas, ya que desde el momento en que nacieron, estaban en
el punto de mira. Esto se debe a que el miedo hacia los niños no es un hecho que
surgiese solo a raíz de los misteriosos acontecimientos que fueron afectando al
lugar, sino que desde el momento en que las mujeres se quedaron embarazadas, y
el mismo día en que nacieron los pequeños, nació también la desconfianza, ya
que los familiares se dieron cuenta de la gran similitud que había entre ellos.
Un hecho que marca la trama de la película es que todos los niños se van
emparejando conforme van creciendo, en pares de niño y niña. Sin embargo, uno
de los niños del pueblo, David, no se encuentra ligado a su par debido a que falleció
al nacer, causando un gran vacío en él. Lo más curioso de esto, es que ese niño
marcará la diferencia, ya que en él podemos ver rasgos más empáticos. David
demuestra que tiene emociones, y que entre ellas destaca la compasión. Él sería,
por tanto, la excepción entre sus semejantes, que a pesar de ser igual a ellos
en apariencia, sus intenciones no tienen mucho que ver con las de sus
compañeros. Dentro de sus semejantes, David no termina de encajar. Sufre por el
daño que estos causan a los ciudadanos del pueblo hacia los que David siente cierta
simpatía. Tiene una humanidad que no debería ser propia en él, ya que no es
propia del resto de sus semejantes. Podemos ver reflejado, por tanto, como el otro
y el yo, conviven durante toda la película, representado una especie de
conciencia o ente moral en la polarización del bien y el mal.
La trama finaliza cuando después de varias muertes traumáticas en el
pueblo, los habitantes de este se enfrentan a los niños para acabar con ellos,
ya que representan una amenaza. Sin embargo, como ya se ha comentado, los niños
son capaces de ver las intenciones de los habitantes y deciden acabar con sus
vidas antes de que estos lo hagan primero. Uno de los ciudadanos Alan, consigue
poner su mente en blanco para que los niños no puedan ver sus intenciones, y de
este modo, hacer estallar una bomba en el granero para acabar con los niños. En
el momento previo a que esto suceda, la madre de David consigue salvar al
pequeño de tal final. Al no tener la posibilidad en este caso de leer los
pensamientos de Alan, todos los niños fallecen a causa de la explosión, a
excepción de David que es salvado. Finalmente, David y su madre ponen rumbo a
su nuevo hogar, y en una última escena afirma la madre ‘’ellos nunca sabrán
quiénes somos’’. Con esta frase intenta tranquilizar a su hijo, que no
solo está devastado por ser el único de entre los suyos que no tiene su par,
sino además ha sido el único superviviente del grupo al que debería pertenecer
y con el cual debería sentirse identificado.
La figura del niño se ha visto recurrentemente representada en las obras
de terror. Esto se debe a que se les considera seres inocentes e
inexperimentados, tan puros que no se les podrían atribuir características
propias de la maldad. Se presupone que el niño tiende a comportarse de modo que
pueda conseguir la aprobación de sus mayores; este es el primer modelo de la
formación del ego, la aprobación de uno mismo por parte del otro que consideramos
una referencia. Desde el momento en el que el niño rompe con el rol que se le
atribuye, se convierte en un ser desobediente, y los niños que no obedecen las
reglas suelen ser castigados como método de aprendizaje, y el niño que no
acepta dicho castigo, es considerado como un niño malo o rebelde. Por otro
lado, un aspecto aterrador de los niños, es su impredecibilidad, lo que genera
a su vez ansiedad entre la audiencia. Tras la figura del niño, se esconde el
arquetipo del monstruo. Los niños no cometen los crímenes por placer, sino
porque es el fin con el que se supone que han sido creados. La maldad en sus
actos refuerza el sentido de su existencia.
El motivo por el cual David es
el único de entre todos los niños que, en la polarización entre el bien y el
mal, puede situarse en el bando de los buenos, es que carece de esta figura que
pone en tela de juicio su identidad. La empatía y compasión que le caracterizan
se atribuye a los seres humanos, por lo que el pequeño David no supone una
amenaza para el pueblo y por ello merece ser salvado en el acto final. Si no se
hubiese tenido en cuenta esta consideración, probablemente todos habrían dudado
de la bondad del personaje, y habrían dejado que muriese en la explosión al
igual que el resto de niños.
Como David no tiene pareja, no
tiene una referencia a la que imitar y por tanto no desarrolla la maldad que
observamos en el resto de los niños malditos. Sin embargo, sí sabemos que echa
en falta esa característica que debería ser propia en él. En cierto modo,
incluso trata de imitar a sus compañeros, pero no es capaz porque solo pueden
imitarse entre ellos. David pasa su infancia viendo como sus semejantes están
emparejados a través de una conexión especial con su doble. Esta conexión no
solamente les permite conocerse a sí mismos como niños malditos, y por tanto
reconocer en el otro sus objetivos vitales, sino que además dota de significado
su existencia. A excepción de David, todos los niños tienen claro que su
objetivo en el pueblo es ir causando terror, y al tener ese doble que comparte
su decisión y que además la aprueba, se ven mas motivados a lograr su fin.
Este
concepto del doble como amenaza, es conocido como Doppelgänger. La
figura del Doppelgänger se define por ser un personaje que esconde los
instintos y deseos reprimidos por el original, que con el fin de preservar su
identidad, no muestra su verdadero yo. El doble materializa el lado oscuro del individuo,
los aspectos sombríos que este puede desterrar al olvido en su vida cotidiana. Esta
figura se identifica con las sombras que habitan en nosotros, y que podrían
incluso llegar a aniquilarnos. El propio individuo constituye un peligro para
sí mismo cuando es consciente de su doble, ya que el mero conocimiento de este
constituye un ataque directo a la razón y a las nociones de su individualidad e
identidad, creando confusión en su verdadero yo. El Doppelgänger se
configura en pares en cuanto a que el original y su doble son compañeros, dos en
un par, que juntos forman una unidad, pero individualmente aparecen como una
mitad.
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